Las expectativas pueden ser el motor de arranque y guía para alcanzar el camino deseado; pero qué pasa cuando dichas metas son una sobre exigencia que más bien, no impide avanzar…
De eso, me hablaba una paciente el otro día y a propósito del post de “expectativas”, cuando me comentó que sintió como una “cachetada” no conocer o poder fusionar su realidad con la de los otros. Pero, olvidaba que bajo la premisa de ser “únicos”; cada uno de nosotros es el protagonista y responsable de su propia historia, aún cuando no cumpla con los estándares que a otros les conviene, quieren o esperan de nosotros.
En ese momento, la abordé diciéndole…
Que lo complejo no es que nuestra realidad, vivencia, y el cómo nos sentimos difiera al de las otras personas, con la que estuvimos en determinado momento.
Es decir, que la tarea no es pensar igual qué otros, si no ser responsable de su bienestar; siendo lo suficientemente valiente, flexible y genuina como para ir tras su felicidad, sin la necesidad de conseguir la aprobación de otros.